la reconstruccion avanza en la zona cero pero las cicatrices tardan en curar – Pitirre
L’Horta Sud de València todavia desprende un olor extraño. El
ambiente hace meses que no es el de antes. Los vecinos se han acostumbrado al
ruido, tambien a la presencia de camaras de television. Y, sobre todo, al
miedo. «La sensacion que tuvimos aquel dia vuelve a nuestra cabeza cada vez que
caen cuatro gotas. No lo podemos olvidar», reconoce una habitante de Catarroja.
El paisaje tampoco pasa desapercibido. Los restos de caliza se mezclan con el
brillo de las puertas y los escaparates que han conseguido revivir. Las
matriculas de los coches empiezan casi todas por la letra M. Las huellas color
terracota todavia saludan desde alguna pared. Y las obras del alcantarillado se
pierden entre los escombros que todavia no han sido retirados. El telon de
fondo lo ponen las pintadas. Gràcies. El poble salva al poble. Mazon a preso.
Y como hilo conductor, lo unico que -inevitablemente- queda fuera de la
reconstruccion: las victimas mortales.
Jose. Francisco. Eva. Andres. Jorge. Monica. Javier. Lorenza. Sara. Miguel. Y asi hasta llegar a 229. «Si tuvieramos que hacer un minuto de
silencio por cada uno de ellos, estariamos tres horas y cuarenta y nueve
minutos callados«, deslizan desde las asociaciones de victimas y afectados. «Llevamos
un año sufriendo abandono institucional y maltrato institucional por parte de
la Generalitat Valenciana. No hemos podido tener un duelo en condiciones, para
eso necesitamos que se haga justicia. La negligencia aqui es politica: no son
muertos, han sido asesinados», lamenta la pareja de un transportista fallecido.
Elisabeth y Paco son las dos unicas personas que siguen desaparecidas doce
meses despues de la catastrofe, doce meses despues de que la huerta valenciana se
convirtiera en «un escenario de guerra», doce meses despues de que decenas de
vecinos muriesen ahogados antes de escuchar el pitido de las alertas.
«Este año ha sido dificil. No podemos olvidar que 229
personas perdieron la vida. El miedo sigue en la piel de los vecinos. No
podemos olvidar el rugido del agua cuando pasaba, aquel silencio sepulcral en
las calles», recuerda Jose Cabanes, alcalde de Sedavi. Las riadas truncaron el
futuro de nueve hombres y mujeres en esta pequeña localidad de l’Horta Sud de
València. «No lo vamos a olvidar nunca», insiste. Lo mismo apunta Lorena
Silvent, alcaldesa de Catarroja. «El municipio quedo completamente devastado,
pero lo peor son las perdidas humanas«. Esta es una reflexion practicamente
unanime. Los daños fisicos son irreparables. Los materiales han empezado a ser
intervenidos, no ahora, sino hace «ocho, nueve o diez meses», eso si, «todo
avanza mucho mas lento de lo que nos gustaria«. Es algo en lo que coinciden
casi todos los vecinos y regidores que han hablado durante los ultimos dias con
Publico.
Paiporta es uno de los pueblos que todavia muestra mas
secuelas. La zona cero de la tragedia. «Y la zona cero de la reconstruccion»,
señalan desde el Consistorio. El Barranco del Poyo atraviesa el municipio. Lo
divide en dos mitades. La DANA se llevo por delante casi todos los puentes que
conectaban las calles del norte con los barrios del sur. Paiporta tardo tres
meses en ser transitable. «La emergencia duro hasta febrero. Las labores ahora
se centran en la limpieza y la reposicion del alcantarillado: todos los
desagües de la ciudad se tienen que limpiar. (…) La gente pregunta por la
reconstruccion y parece que no se ha hecho nada, pero no se tiene en cuenta que
aqui estamos viviendo y reconstruyendo al mismo tiempo. Y encima, limpiando el
subsuelo que no se ve», recalca Vicent Ciscar, alcalde de Paiporta.

Los vecinos de la localidad siguen «tocados», les cuesta
hablar de lo que paso el 29 de octubre de 2024. «Es que aqui no llovio, no cayo
ni una gota, no nos lo podiamos imaginar», insisten. Paiporta ha multiplicado
por diez su presupuesto municipal para las tareas de reconstruccion, habida
cuenta de que «la dificultad administrativa es impresionante», matiza el
regidor. Esto hace que todo avance a dos velocidades. Las paredes relucientes
de los comercios y viviendas que han logrado volver a la rutina se alternan en
las calles con andamios y hormigoneras, con las marcas del fango y los carteles
de «cerrado» o «proxima apertura». La falta de mano de obra -pintores,
albañiles, fontaneros- y la subida de los precios son un handicap con el que han
tenido que lidiar demasiados vecinos.
Esta imagen se repite en casi todas las localidades devastadas
por la DANA. Lo mismo ocurre con los limites de la burocracia y los esfuerzos
por molestar «lo minimo posible» a los habitantes de los municipios, muchos, familiares
o amigos de alguno de los fallecidos. «Tenemos casas que reparar, comercios que
reparar, pero lo fundamental es recuperar la confianza en vivir aqui, queremos
que los vecinos sientan que es un lugar seguro y protegido ante futuras inundaciones»,
apunta Guillermo Lujan, alcalde de Aldaia. El Barranco de la Saleta atraviesa
esta localidad, proxima al aeropuerto de València. Los vecinos que han hablado
con este diario piden acelerar la limpieza del subsuelo y desviar el barranco
porque, apuntan, «no tiene salida» y «no podemos estar todos los inviernos asi».

Relacionado con este tema
Las miradas tambien estan puestas en las personas mayores y con movilidad reducida, toda vez que muchos
ascensores siguen inoperativos. «No podemos tener gente que siga practicamente
confinada. Este es uno de los elementos mas sensibles», lamenta Lujan. Publico
ha estado en una comunidad de vecinos de Benetusser, donde el ascensor no
funciono hasta hace dos semanas. La riada dejo tres victimas mortales en los
garajes del edificio. «Las alertas no habian sonado cuando mi hija y mi marido bajaron
a mover los coches. El cielo estaba raro, pero no llovia. No caia ni una gota»,
cuenta Toñi Garcia, madre y esposa de Sara y Miguel. El lodo alcanzo
los dos metros de altura en la planta baja de la comunidad: una fina linea de
color marron todavia acaricia el techo del rellano. Y en el suelo, los buzones provisionales
que ha diseñado uno de los vecinos. El primero que llegaba a casa despues de la
cartera era hasta hace poco quien se encargaba de repartir el correo.
«Los servicios psicologicos llevamos un año desbordados, acompañando
a muchas personas con ansiedad, miedo y trastornos de estres postraumatico. Y
arropando tambien a muchos niños. No podemos olvidarnos de ellos. Los niños son
los que peor lo han pasado: han estado sin colegio, han visto a sus padres
llorar, discutir, salir a luchar contra el barro…», relata Inma March,
psicologa en Sedavi. El grueso de los colegios e institutos han podido arrancar
el curso con visos de normalidad. Las localidades mas afectadas, eso si, todavia
tienen alguno de sus centros en barracones y aulas prefabricadas. «Lo que
tememos es que lo que en un principio se vendio como provisional, acabe
convirtiendose en definitivo», señala un vecino de Alfafar.
Relacionado con este tema
Los barrios vulnerables, golpeados por partida doble
Las cicatrices siguen abiertas, mas aun en los barrios
marginales, los barrios de quienes parece que no existen a ojos de la administracion.
Jose Francisco Martinez Andreu lleva sesenta y siete años viviendo en Torrent.
La nave en la que almacenaba buena parte de su pasado colindaba por un lado con
el Barranco del Poyo. La DANA se llevo la infraestructura, tambien sus
recuerdos. «Esto sigue igual que hace un año, tienen que arreglarlo, pero tienen
que hacerlo bien. No sirve con una chapuza para que al invierno siguiente
tengamos que salir otra vez corriendo». Jose Francisco pudo solicitar algunas
subvenciones, pero no ha sido capaz de recuperar el terreno, tampoco los
enseres que tenia dentro de la nave. «Me llegaron a decir que lo que el
barranco se lleva, el barranco se lo queda«, recuerda.
Al otro lado de la carretera, mirando hacia el Barranco de l’Horteta,
vivia hasta hace no mucho Pepa. La distancia entre los dos desfiladeros es de dos
minutos caminando. El alcantarillado suele dar problemas en la zona, pero lo de
octubre del año pasado fue excepcional. «Estamos completamente abandonados. El
barranco sigue igual que hace un año. Lo unico que hicieron fue quitar cuatro
hierbas cuando vinieron a demoler mi casa», lamenta la vecina. Pepa tenia uno
de los domicilios mas afectados: el primero en una hilera de casi diez viviendas,
el primero que toco el fango hace ahora doce meses. El Ayuntamiento de Torrent
la ha reubicado en una vivienda publica, pero fuera de la localidad, lejos de
su familia. «Tambien me han dicho que me iban a pagar, pero no se ni cuando ni cuanto», continua. Publico ha intentado ponerse en contacto con la alcaldesa
para agendar una entrevista a lo largo de la ultima semana, sin haber recibido todavia
respuesta.

Juan David Pinzon, vecino de Benetusser, muestra otra de las
caras mas duras de la catastrofe. El joven llego a España hace un año y medio,
es decir, seis meses antes de la DANA. «No habia conseguido todavia regularizar
mi situacion», reconoce en una conversacion con este diario. Esta condicion lo
aparto de buena parte de las ayudas economicas, tambien le complico encontrar
casa y trabajo. «El empadronamiento era uno de los requisitos principales, si
no, servia con pruebas contundentes de que estabas localizado en una vivienda [de
las zonas afectadas]. Lo presentamos todo, pero nos lo denegaron«, precisa. Las
asociaciones estiman que 40.000 personas en situacion irregular tenian su domicilio
en los territorios golpeados por las inundaciones.
La importancia de salir adelante en «comunidad»
El «gran problema» para todas las administraciones consultadas
por este medio es sin duda el alcantarillado, pero la senda adoptada esta
demostrando, dicen, ser efectiva. «El dinero y los recursos invertidos, de
momento, han funcionado. Las alcantarillas han tragado mucho barro y muchos
trastos. El lodo quedo solidificado, tenemos zonas muy dañadas, pero las
ultimas lluvias [de septiembre] han demostrado que lo que hicimos, funciona»,
explica Jose Cabanes, alcalde de Sedavi. Lo mismo argumentan desde otros
municipios, entre ellos, Paiporta y Catarroja. «Lo que mas preocupa es lo que
menos se ve: todo lo que esta en el subsuelo. El reto esta en intervenirlo sin
parar la vida del municipio, hacerlo rapido, pero hacerlo bien. No se trata de
reponer los elementos dañados y dejarlos igual de mal que estaban, sino de
crear una ciudad a diez años vista, una ciudad mas resiliente», apunta Lorena
Silvent, alcaldesa de Catarroja.

Los vecinos, para llegar a ese horizonte, tienen que superar
primero «muchos miedos», limar las asperezas que ha dejado la DANA. El camino
no es facil, pero costara menos si los esfuerzos son colectivos. «Estamos
haciendo muchas actividades comunitarias, porque consideramos que es importante
salir de esto todos juntos, fortalecer el sentimiento de comunidad. El miedo
sigue ahi. Lo vimos con las lluvias del ultimo mes. La alerta de finales de
septiembre nos hico revivir ese dia [29 de octubre], esa alerta que llego
tarde, pero tenemos que normalizarlo. Es normal tener miedo, poco a poco iremos
trabajando y exponiendonos para poder salir de aqui«, insiste la psicologa Inma
March. El marron sigue impregnando el mapa un año despues de la catastrofe. Los
municipios tratan de recuperar «cierta normalidad», los comercios han vuelto a «ponerse
las pilas», pero cuesta. Y las familias, intentan que su lucha no caiga en el
olvido, confian en la justicia y cuentan los dias para poder empezar a vivir su
duelo: «Las muertes eran evitables. No es una cuestion partidista, porque
victimas tenemos de todos los partidos y de todos los colores, pero si
politica, porque la negligencia fue politica. Y quien estaba al mando era Mazon».
