‘Vivir a tu luz’, el crudo retrato del Marruecos actual del primer intelectual del pais que hizo publica su homosexualidad : Entretenimiento de España
Autor: Abdela Taia
Traductora: Lydia Vazquez Jimenez
Editorial: Cabaret Voltaire
Año de publicacion original: 2022
Hay libros que hacen de mapa, un atlas para transitar por los hitos vitales de sus autores. Vivir a tu luz es un ejemplo. La voz narradora es Malika, la madre de Abdela Taia. Ella nos guia por tres de las localizaciones clave en la vida de su familia: Beni Melal, Rabat y Sale. Es cartografia vital y pasaporte, documento de una identidad colectiva. Refleja la realidad de Marruecos desde la colonizacion francesa hasta la muerte del rey Hassan II.
“Soy quien soy. Malika. Existo. Respiro. Como. Pienso. Construyo”
Sus paginas nos llevan en peregrinacion por caminos angostos que discurren por los pasajes mas intimos de la familia. Arrancan con una narracion desgarradora de la juventud y del primer marido de Malika. Asistimos con estupor a una polisindeton de vivencias duras, que nos llegan y nos hacen fuerte el musculo de la empatia.
Tambien el de la emocion. Su climax se mantiene como una cuerda tensa y afinada que nos hace resonar de principio a fin . “Soy quien soy. Malika. Existo. Respiro. Como. Pienso. Construyo. Ahmed, estoy viendote. Pero tu, Ahmed, tu no me ves. Asi es la vida: nadie ve a nadie”.
Su madre como narradora
El autor consigue en su prosa hacer facil la dificil tarea de novelar la vida de una mujer en Marruecos, repleta de penurias, duelos y necesidades, sin victimizarla. Consigue alzarla como esa madre coraje y heroina sin capa, capaz de seguir hacia adelante. Reponerse de la muerte de su primer marido y tirar del carro moral de la familia. Nadie le enseño a olvidar.
Es sublime como, en su segundo capitulo, Malika utiliza todos los recursos a su alcance para evitar que Monique, una diplomatica francesa, se lleve a su hija Jadiya como criada al pais galo para procurarle una educacion. Este nudo nos regala pasajes repletos de matices y ofrece una perspectiva tan retorcida como real de las emociones que la habitan.
“Con mis dos manos, abrire el corazon de Jadiya y le arrancare todas esas huellas que tu estas intentando dejar”, es una descripcion animal para un sentimiento salvaje. Abdela Taia no ha domado esos instintos tan primarios que palpitan a lo largo del relato. Malika pivota entre el odio y la admiracion por esa mujer que nacio en Casablanca, cuyos cabellos “son un incendio” que fascina peligrosamente (a sus hijos y a ella misma).
Las cicatrices del exilio
Una de las cualidades mas interesante de este libro es que su autor ha conseguido tatuar en el sus propias vivencias de un modo sutil y desolador. Y al ponerlas en boca de su madre, convierte el relato en algo complejo y a la vez magico. Malika nos conduce por el dolor de tener un hijo lejos, en Francia. Un hijo que tiene que salir de Marruecos para poder ser el mismo. “Ahmed ha escogido Francia. Que se les arregle ahi solo (…). Se cree que la vida consiste en perseguir la libertad. ¿Quien le ha metido esa idea en la cabeza? (…) Un dia comprendera. Por si mismo. Y entonces se encontrara completamente solo en la Francia esa que ha escogido y que nunca acabara de aceptarlo”. La libertad y el dolor de la distancia en un mismo parrafo.
Hoy la homosexualidad sigue estando castigada en Marruecos de seis meses a tres años de carcel
Abdela Taia se exilio a Francia en 1999. Ha relatado como solo el sabe hacerlo lo que sufrio en su pais viviendo su homosexualidad de manera clandestina. En una entrevista rememoro cuando fue al cine de Rabat a ver ‘La ley del deseo’ de Almodovar y no pudo quitarse de la cabeza que la vida era eso que habia visto proyectado y que a el le estaba vetado. Desde Paris, fue el primer intelectual que sin pseudonimo hizo publica su homosexualidad en el año 2006. Fue un hecho simbolico e historico. Hoy la homosexualidad sigue estando castigada por el codigo penal marroqui con penas que van desde los seis meses a los tres años de carcel.
No es pais para homosexuales
La imposibilidad de vivir un amor entre dos personas del mismo sexo impregna el relato desde principio a fin. Es como un buen perfume que aguarda hasta sus ultimos suspiros, es invisible a los ojos pero enciende los sentidos con un aroma que esta omnipresente. Desde el arranque del libro hasta el final, como en Marruecos, es algo que se esconde pero que forma parte del ADN del pais, de su costumbrismo mas oculto y prohibido.
La catarsis final es ese retrato que seguramente al autor no le gustaria tener que dibujar. Con la pesada losa de la religion y la ley, hay personas que buscan a la desesperada la manera de poder amar libremente y la salida que encuentran a ese laberinto que les ahoga es la carcel. Es descorazonador como el personaje de Jafar tiene que delinquir (incluso rogar asistencia para sus delitos) para ingresar entre rejas y poder reencontrarse con su amante. “A mi ya me han matado aqui, varias veces (….). Mi oportunidad esta tras esos muros. Los muros de la prision de Zaki. La carcel y sus infiernos, eso es lo que me apetece”.
La literatura de Abdela Taia se presenta como un faro para arrojar una luz centelleante en los vacios mas oscuros
La identidad y el ansia de pertenencia tambien sobrevuelan el relato. Quiza la figura de su madre sea lo mas parecido a una patria que Abdela Taia pueda experimentar. Esa ‘matria’ que encarna Malika envuelve con su abrazo a quien padece el vacio de quien tuvo que salir de su pais, sin posibilidad de ser el mismo. Ademas dota a su narradora de un tono duro, de esa mujer que no puede permitirse enflaquecer. Y asi articula una historia repleta de matices, subtextos de ida y vuelta.
El titulo evoca una confesion de Monique, la francesa adinerada nacida en Casablanca que regresa a Marruecos para estar cerca de su padre porque esta enterrado ahi: “No soy francesa. Naci aqui, en Casablanca. Tambien soy marroqui. Y hace veinte años que deseo una sola cosa: volver. Vivir en Marruecos. Vivir a tu luz”. Y quiza ahi radique el secreto de su belleza, que la literatura de Abdela Taia se presenta como un faro para arrojar esa luz centelleante en los vacios mas oscuros.

