El Festival Puertorriqueño de Massachussets ofrece un pedacito de casa a incontables boricuas : Entretenimiento de Puerto Rico
La imagen comienza asi: un hombre camina por una plaza bajo la lluvia junto a un curioso compañero. Es un personaje iconico, realmente, reconocido por varias peliculas que marcaron a toda una generacion. Tiene un par de cicatrices en la cara y usa ropa de niño, pero en esta ocasion, su reconocible pelo anaranjado esta cubierto por una bandana de la bandera de Puerto Rico. Y es que en el Festival Puertorriqueño de Massachusetts, hasta el mismisimo “Chucky” se hace boricua.
“Como el 2015 fue que saque el muñeco de Chucky diferente para hacer algo para distraer a la gente y todo el mundo me pregunta por que, pero es algo para que tengan memorias”, explica Jose Machado con el muñeco en el brazo izquierdo y una bandera enorme sobre su hombro derecho. Jose llego a Estados Unidos junto a su papa cuando tenia 12 años y desde entonces ha sido un ferreo defensor de la puertorriqueñidad en la ciudad de Boston.
“Yo nunca niego mi bandera porque las saco donde quiera y extraño mi isla”, dice, a pesar de no haber visitado Puerto Rico desde que era un niño. Pero Jose, como incontables puertorriqueños en las incontables diasporas alrededor de Norteamerica, ansia volver mas que cualquier otra cosa. La vida, sin embargo, a veces tiene otros planes. Aun asi, Jose tiene un plan de contingencia.
“Si me gano el premio de los 940 millones del Mega Millions, me compro una casa y ayudo a la gente pobre de Puerto Rico”, dice.
¿Que le diria a los boricuas en la isla?
“No vendan sus tradiciones. Que no perdamos nuestras tradiciones para que les enseñemos al futuro de donde vinimos”, aconseja antes de seguir su camino bajo la lluvia.
El Puerto Rican Festival of MA es un evento de dos dias que consiste en un festival tipo feria, donde se levantan carpas y se vende comida boricua y parafernalia alusiva a la isla. Alli tambien se llevan a cabo presentaciones artisticas y se pueden encontrar machinas de todo tipo. El festival culmina con una parada que corre las calles de la ciudad y cierra con broche de oro, una de las pocas actividades en las que los puertorriqueños de esta zona y zonas aledañas pueden recargar energias y llevarse un pedacito de hogar.
Y ni lluvias torrenciales pueden parar la fiesta. A pesar de que durante gran parte del sabado Boston se vio asediado por aguaceros, decenas de personas llegaron hasta la plaza de la alcaldia de la ciudad a comer pinchos, comer arroz con gandules o tomar piña colada. El Festival se ha llevado a cabo desde 1967.
Algunas personas han migrado desde la isla, de forma reciente o con varias decadas de entre medio, mientras otros ya son descendiente de primera generacion nacidos en Estados Unidos. Tal es el caso de Brenda Gonzalez. A pesar de nunca haber vivido en Puerto Rico, Brenda lleva su puertorriqueñidad a flor de piel, es una parte clave de su identidad y la de sus hijos. Recuerda vividamente las emociones de su primera visita a la isla, muchos años despues de haber ido cuando era solo una niña.
“La primera vez que fui a Puerto Rico, cuando aterrizamos, empece a llorar. No se por que. Tendria como 12 años. Solo estando alli, te sientes como que has llegado a tu casa”, explica. “Y todavia hoy, cuando llego a Puerto Rico, nunca me tratan diferente. No te tratan como que naciste en Nueva York o en Estados Unidos, sigues siendo puertorriqueño porque lo llevas en la sangre”.
Como Brenda, Jennifer Cruz lleva la mayor parte de su vida siendo parte de la diaspora. Mientras pasa por la plaza bajo una sombrilla, vestida con ropa de la bandera, habla sobre su propia experiencia con su identidad puertorriqueña. Aunque es natural de Aguadilla, tuvo que salir desde pequeña de la isla, pues su padre estaba en la milicia.
“Yo viaje mucho porque mi papa estaba en el Army. Era dificil porque teniamos que viajar mucho, pero yo no he ido desde los 15 años. La ultima vez que fui tenia 15 años. Era mi quinceañero, pero mi abuela habia fallecido y despues de eso no volvi. Por eso que estoy planeando de hacer un viaje el año que viene”, recuerda.
Jennifer, quien hoy 47 años, planifica un viaje a la isla junto a toda su familia el proximo año con la intencion de introducirle su cultura a sus hijos y poder conectar con sus seres queridos en Puerto Rico.
Pero el amor a Puerto Rico no existe solo entre puertorriqueños. Juan Obispo nacio en las afueras de Lima, capital de Peru. Llego a Estados Unidos en su juventud temprana y alli conocio a la persona que cambiaria su vida.
“Fue por medio de un amigo con el que trabajaba. Siempre estaba con el y un dia fui a la casa suya y Milagros estudiaba con la esposa de el y estaba alli. Estuvimos poco a poco, hasta que nos casamos”, cuenta. Mas de 50 años despues, Juan y Milagros siguen casados y disfrutando de su vida juntos. Milagros salio de la isla a muy temprana edad y no ha podido regresar nunca. A pesar de que sufrio de un accidente cerebrovascular hace algunos años, su español y su amor por su cultura permaneces intactos. Y Juan se ha convertido en algo asi como un boricua por adopcion. Ama la cultura y hasta aprendio a preparar comida puertorriqueña para el gusto de su esposa. “Eso es lo que preparamos en casa. Ya yo la preparo, yo cocino en casa”.
La experiencia puertorriqueña esta hecha de historias.
Por la plaza suben y bajan incontables personas, de distintas edades y procedencias, de distintas culturas y experiencias, todos unidos bajo un sencillo simbolo de rayas rojas y blancas, un triangulo de azul y una estrella. Aunque esten parados en medio de una de las ciudades mas antiguas del pais de los anglosajones, esta tarde, una pequeña plaza de Boston se siente como un pedacito de casa.