La tragedia del Challenger, el trasbordador que se llevo la vida de siete astronautas : Noticias de Argentina
Un hecho cientifico que culmino en tragedia cubrio de dolor a todos los hombres que creen en el triunfo final de la ciencia en la humanidad. Esta todavia muy fresco ese 28 de enero del año 1986 en que siete astronautas perdieron la vida en Houston, Estados Unidos, a bordo del trasbordador espacial Challenger.
Aunque fueron muertes que encendieron luces por donde camina la humanidad. Millones de espectadores por television lo vieron caer como un cisne moribundo, regresando a la Tierra totalmente destrozado desde el cielo azul.
Las ilusiones, la tarea de los tecnicos y la magia que tiene todo viaje hacia las estrellas se hicieron trizas en setenta y un segundos. Hombres de todos los rincones del Planeta se sintieron conmovidos. Porque el dolor fisico lastima, pero el dolor espiritual desgarra.
Hasta ese momento se habian realizado durante veinte años cincuenta y cinco viajes espaciales sin una sola victima. El unico accidente en Estados Unidos habia tenido lugar cuando el Apolo I se incendio estando todavia en tierra un 27 de enero de 1967, exactamente diecinueve años antes.
En aquella infausta ocasion murieron tres astronautas. Tambien le toco a la Union Sovietica, la otra potencia espacial, sufrir graves accidentes. La primera desgracia acaecio tambien en 1967, cuando el Soyuz I se estrello al aterrizar. El astronauta que lo tripulaba fallecio en el acto.
Y cuatro años despues –en 1971- el Soyuz II tuvo un problema de descompresion y murieron los tres astronautas que viajaban en el.
En el Challenger se dio la mayor cantidad de victimas en viajes espaciales: siete. Dos de ellas, mujeres. Y una de estas, Judith Resnik, de origen judio. Era concertista de piano, ademas de ingeniera electricista. Tenia treinta y seis años.
¿Pero que destino llevo a la otra mujer, una maestra de treinta y ocho años, madre de dos niños, a emprender tamaña aventura espacial sin la menor experiencia ni conocimiento en vuelos de este tipo?
Simplemente el haber salido sorteada entre once mil maestros que deseaban participar. ¡Triste fortuna le deparo el azar!. Tambien viajaba por primera vez un asiatico, Ellison Onizuka, ingeniero, de treinta y nueve años, de origen japones y nacido en las islas Hawai.
Un senador, Jake Garn, que iba a ser el primer legislador en surcar el espacio, representaba al gobierno. Otro pasajero era un hombre de raza negra, doctor en fisica, virtuoso del saxofon y pastor evangelista, Ronald Mc Nair.
Los otros dos viajeros del Challenger, eran el ingeniero electricista Miguel Smith, piloto de pruebas y oficial en la guerra de Vietnam, de cuarenta y cuatro años. Y por ultimo el de mas edad –cuarenta y seis años- Francis Scobee, comandante de la nave, ingeniero aeronautico, veterano del espacio y tambien piloto de pruebas.
Estos siete seres humanos de diferentes convicciones religiosas, sexos, profesiones, se entrelazaron para siempre en una misma muerte. Pero una muerte que fue una leccion de vida.
Porque muchos saben lo que no quieren y muy pocos, lo que quieren. Y ellos estaban seguros de lo que querian. Pero algo mas los unia: los ataba espiritualmente ese sentimiento tan puro que llamamos ideal, ese ideal que nos dice que solo podemos observar el cielo, elevando la mirada….
Quiza los siete valientes astronautas del Challenger sintieron, en ese fatidico minuto que duro el ascenso, la proximidad de la muerte; es posible que hubiesen experimentado la aterradora sensacion que estaban encerrados vivos. Pero pensemos que hay muchos hombres que viven… muertos.
Ellos –los astronautas- eligieron su destino. Aunque evidentemente el destino no los eligio a ellos. Estos cinco hombres y dos mujeres no murieron en vano. Fueron una semilla mas en esa siembra infinita que es el avance de la ciencia.
¡Y tantas veces la semilla muere para que la planta viva! Hemos dado los nombres de seis de las siete victimas de la tragedia. Intencionadamente dejamos para el final el nombre de la maestra que gano el derecho al viaje en un sorteo.
Se llamaba Chris McAuliff. Sus alumnos la idolatraban. En el Estado de New Hampshire hay un pequeño pueblo llamado Concord. Ells vivia y enseñaba alli historia, en el quinto año del colegio secundario.
Cuando sus alumnos la despidieron para el viaje del que no regresaria, ella entrego a uno de ellos un sobre cerrado pidiendole que lo abriera en el momento en que el artefacto espacial se dirigiera al espacio.
Cuando los chicos todavia sobrecogidos por la aterradora imagen de la television, con el Challenger en llamas abrieron el sobre, encontraron impresas en un papel estas palabras: “Nunca dejen de intentar llegar a las estrellas”.
Creo que este mensaje resume el sentir de estos siete heroes de la ciencia. Porque asi como los navegantes de la antigüedad se guiaban por las estrellas para llegar a su destino, ellos se guiaron por su destino para tratar de llegar a las estrellas.
Su fe, su valor y sobre todo su sacrificio nos hace pensar que: “La vida es un laberinto. Pero los iluminados conocen la salida”.