Miedo y sumision bajo la ocupacion rusa : Internacional de
Muchos ciudadanos se han visto obligados a vivir en un ambiente de miedo y sumision durante un largo tiempo en el que el Ejercito del Kremlin ha tenido regiones ucranianas bajo su yugo. La vida bajo la ocupacion rusa en Jerson y Zaporiyia ha estado enmarcada por los sobornos, la incertidumbre y el temor a que las balas atravesaran sus cabezas y sus cuerpos fueran enterrados en fosas comunes. «Era increiblemente aterrador, toda la ciudad estaba llena de extranjeros armados», exclama Anton Ovsharov, de 44 años, exingeniero de la central nuclear de Zaporiyia. Su urbe natal aun esta controlada por Moscu, pero no la region al completo, por lo que mantiene la esperanza de que las tropas de Volodimir Zelenski liberen el territorio en el menor tiempo posible y, a su vez, todo el pais.
Durante la ocupacion, el principal objetivo de los soldados del Kremlin parecia ser hallar los telefonos de los residentes que no pudieron huir a su llegada, segun relatan los propios ciudadanos, ahora ya tranquilos despues de que Kiev liberara Jerson de las garras de Vladimir Putin. «Iban de casa en casa con sus armas. Juntaban los telefonos moviles en un balde y se iban», cuenta Liudmila Shevchuk, de 56 años. ¿Por que estos dispositivos? Segun la mujer, los rusos temian que comunicaran su posicion a las fuerzas ucranianas. Tanto ella como su marido, Oleksandr, los guardaban bajo tierra para evitar que se los llevaran. «Muchos los enterrabamos. Los que no lo hacian a tiempo se quedaban sin ellos», afirma.
Estos registros tambien se llevaban a cabo en las calles, como le paso a Irina Myhailena, agente inmobiliaria de 43 años, a quien los soldados pararon cuando caminaba con su hija por una via de Berdiansk, en la region de Zaporiyia. «Agarraron mi bolso y buscaron el movil», recuerda la mujer, cuyo temor por su vida y la de su hija aumento sobremanera en ese preciso momento. Ese mismo dia, agrega, «la hija de 12 años de una amiga iba sola por la calle y tambien la pararon y registraron», relata recordando el miedo que paso tanto la pequeña como sus padres cuando les conto lo ocurrido.
Los ciudadanos tambien recibian amenazas si se mostraban contrarios al Ejercito invasor. «Teniamos que borrar todos nuestros mensajes. Y cuidado con nosotros si deciamos cualquier cosa contra Rusia», explica Myhailena, quien afirma que en esa situacion «nadie se sentia seguro».
Ante este panorama, fueron muchos los que intentaron huir de la zona controlada por Moscu, pero no sin un pago previo. Los sobornos estaban a la orden del dia. Olga, vecina de 57 años de Dudchani, en la region de Jerson, asegura que numerosos soldados rusos estaban dispuestos a conducirlos hasta las posiciones ucranianas. Al principio con ofrecerles vodka era suficiente, cuenta, pero posteriormente «habia que pagarles siempre». En ocasiones, los pagos consistian en entregar las llaves de sus vehiculos. «Luego les vimos circulando con nuestros coches», señala Oleksandr Shevchuk. ¿Y que pasaba despues? «Los rusos nos llevaban y luego ellos volvian para apoderarse de nuestros bienes», asegura Olga.
Sabotajes
Shevchuk recuerda asimismo la «presion psicologica» ejercida por los invasores para que los habitantes fueran evacuados hacia Crimea, peninsula anexionada por Moscu en 2014. Los ocupantes tambien confiscan empresas rentables como los hoteles en Berdiansk. «Vienen con el comandante, señalan con el dedo lo que quieren y ya lo tienen», lamenta Myhailena.
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La sumision no es siempre la respuesta para los ucranianos, hartos de los ocupantes tras nueve meses de guerra desde que Putin ordenara invadir el pais vecino el pasado 24 de febrero. Algunos, aunque tengan miedo a las represalias, sacan pecho ante la adversidad y se enfrentan a Moscu. ¿Como? Oleksandr Gorbonosov, por ejemplo, es uno de los ciudadanos que en multiples ocasiones ha echado azucar en los tanques de carburante del Ejercito ruso para dejar inoperativos sus vehiculos, aunque fuera de forma temporal.
No obstante, «luego comprendimos que eso no servia para nada, pues los rusos iban donde los agricultores y les amenazaban con quemar su material si no les entregaban carburante», señala Gorbonosov, de Energodar, en la region de Zaporiyia. Aunque, como tantos otros, dejo su ciudad natal cuando se entero de que los rusos sabian donde vivian. «Tienen tantos informadores…», declara este ucraniano, que logro escapar a tiempo a territorio controlado por Kiev.