Los abusos y accidentes de los confinamientos colman la paciencia de los chinos : Internacional de
Con las protestas contra la politica del Covid 0, el regimen chino se enfrenta a su peor ola de indignacion ciudadana desde la revuelta de 1989 que acabo con la tristemente famosa matanza de Tiananmen. Otra cosa bien distinta es que acaben provocando un movimiento tan masivo como aquel. El motivo es sencillo: las autoridades ya han iniciado la represion contra los manifestantes que se atrevieron a salir a las calles el fin de semana y blindado con una fuerte presencia policial los lugares donde se congregaron. Al margen de hasta donde lleguen las protestas, lo que esta claro es que finalmente ha estallado el hartazgo por las restricciones y confinamientos del Covid 0, que esta hundiendo la economia e impidiendo que la vida vuelva a la normalidad.
El desencadenante ha sido el incendio mortal del pasado jueves en un edificio confinado de Urumqi, capital de la region musulmana de Xinjiang, que lleva mas de tres meses cerrada por un brote del coronavirus. Los diez fallecidos por el fuego, que podrian ser mas, perecieron abrasados sin poder salir de sus casas por las rejas instaladas entre plantas y por la tardanza en llegar de los bomberos, cuyos camiones no podian atravesar las barreras porque las calles estaban cortadas por el confinamiento.
La tragedia ha colmado la paciencia casi infinita de los chinos, que llevan mas de dos años sufriendo restricciones y sin poder viajar, ni al extranjero ni a veces dentro de su propio pais, mientras ven como el resto del mundo ha recuperado la normalidad. Particularmente hiriente esta siendo el mundial de futbol en Qatar, que ha obligado a la television estatal a evitar los primeros planos de las gradas abarrotadas de publico sin mascarilla.
Pero eso no es lo peor, sino el cumulo de abusos y tragedias colaterales que esta causando la draconiana estrategia del Covid 0. Al incendio de Xinjiang se suman otros accidentes. El mas grave de ellos tuvo lugar en septiembre en la provincia sureña de Guizhou, donde volco de madrugada en una carretera de montaña un autobus de la cuarentena que llevaba a 47 personas a un centro de aislamiento a 250 kilometros de sus casas. Fallecieron 27 pasajeros, lo que desato un aluvion de criticas en las redes sociales pese a la censura.
A principios de este mes, un niño de tres años murio por una intoxicacion de gas porque su padre no pudo llevarlo a tiempo al hospital por culpa de los controles en el confinamiento de Lanzhou, capital de la provincia oriental de Gansu. En Shanghai, cuyos 25 millones de habitantes estuvieron confinados durante los meses de abril y mayo entre penurias por falta de comida, a sus 558 fallecidos por Covid hay que añadir un numero indeterminado de victimas colaterales por suicidios, tratamientos medicos interrumpidos y hasta de pacientes que murieron por no tener una prueba PCR negativa para entrar en un hospital.
Indignacion
Los casos que causaron mas indignacion fueron el de una enfermera, fallecida por un ataque de asma a las puertas de un hospital que no le permitia el acceso, y el de la madre de un conocido economista taiwanes, Larry Hsien, porque su PCR se retraso mas de cuatro horas y no pudo recibir la inyeccion que necesitaba para sus problemas de riñon. En enero, durante el confinamiento de Xi’an, una embarazada perdio a su bebe a las puertas del hospital por no tener su codigo QR de salud en verde.
Todos estos casos, junto a los internamientos en campos de aislamiento en condiciones inhumanas y las restricciones de movimientos, han roto el contrato social que tenian los chinos con el regimen del Partido Comunista. A cambio de su libertad y falta de democracia, disfrutaban de estabilidad y prosperidad, pero la economia se esta hundiendo porque, segun el ultimo informe de la consultora Nomura, el 20% del PIB esta confinado y llegara al 30% en las proximas semanas.
Hartas de las restricciones, miles de personas han salido a protestar en numerosas ciudades, desde Pekin a Canton pasando por Shanghai y Wuhan, y los universitarios se han rebelado contra los encierros en sus campus. Entre sus proclamas, han pedido libertad y hasta el fin del Partido Comunista y la dimision del presidente Xi Jinping. Tal desafio es historico por el control «orwelliano» del regimen chino, que esta reforzando la seguridad para atajar las protestas pero se enfrenta su mayor reto desde Tiananmen.