Las mujeres que buscan a los desaparecidos de la guerra de Bosnia : Internacional de
Es un 11 de julio. En el suelo de una antigua fabrica de baterias hay poco menos de un centenar de ataudes, dispuestos en hileras. Una fina tela verde cubre las cajas, identicas. Un hombre joven llora sentado junto a uno de los ataudes. Media docena de fotografos aletean alrededor de su sufrimiento. Esta sera la ultima vez que yo este aqui.
Todos los veranos se entierran decenas de cuerpos exhumados de las fosas de Srebrenica, los que hayan sido identificados ese año. Se organiza un homenaje en Potočari, donde se encuentra el memorial. El mundo vuelve entonces a mirar a Bosnia.
Consumado el homenaje, se esfuman los diplomaticos y la bandada de periodistas extranjeros. Tambien los curiosos eventuales. Se deja de hablar de fosas hasta que se anuncia un nuevo julio. Pero las identificaciones de los desaparecidos de la guerra de Bosnia continuan. Los cuerpos, o lo que queda de ellos, siguen almacenandose en la morgue.
Taina Tervonen (1973) descuelga mi llamada desde Paris. Responde con calma a las preguntas sobre su libro, Las sepultureras, recien publicado por Errata naturae. Esta periodista y documentalista francofinlandesa ha seguido durante casi una decada el trabajo de dos mujeres en Bosnia.
Senem, antropologa forense, trabaja a pie de fosa, identificando huesos. Darija se encarga de buscar a familiares para hacer el analisis de ADN. En los años que abarca el libro, trabajan al amparo de la Comision Internacional de Personas Desaparecidas (ICMP) en la zona de Bosanska Krajina, al noroeste del pais. Senem es bosnia. Darija, serbia.
Tervonen no sabia que esperar del momento en que viera el vestigio de un crimen masivo. Aun asi, las pocas ideas que pudiera tener se desplomaron cuando llego en octubre de 2013 a la fosa de Tomašica, cerca de Prijedor.
En esta mina se encontraron quinientas victimas bosniacas (bosnio musulmanas) y croatas. La mayor fosa comun descubierta hasta la fecha. Desde entonces, no consigue sacudirse el olor de aquella tumba del recuerdo. Algo que atraviesa buena parte de su reportaje novelado.
Taina Tervonen: “No podia haber imaginado que, veinte años despues, aun hubiera aquel olor a muerte”
“Flotaba alrededor de nosotros. Todo el mundo hablaba constantemente del olor. Yo no podia haber imaginado que, veinte años despues, aun hubiera aquel olor a muerte. En este caso, era por el tipo de suelo que habia conservado asi los cuerpos”, explica la autora.
Le sorprende que ese hedor que marea a los tecnicos, que les hace sentir que la guerra ha acabado hace dos dias, envolviese algo tremendamente ordinario, como una paradoja cruel: “La sensacion es que no ocurre nada. Ves excavadoras y gente trabajando, como si estuvieses en una obra. Pero no es asi de simple”.
Las victimas fueron asesinadas en 1992, nada mas comenzar la guerra. El hallazgo reafirma el caracter cuidadosamente estudiado de las matanzas del Ejercito de la Republika Srpska y grupos paramilitares, varios años antes de Srebrenica. Porque una masacre de esta altura no se improvisa.
“Es algo muy organizado. Si tu quieres planificar una limpieza etnica necesitas pensar que vas a hacer con los cuerpos, como los vas a transportar, donde los vas a enterrar”, razona la periodista.
“En el caso de Srebrenica, fueron miles de personas y se suponia que Naciones Unidas las protegia. Eso lo hace un caso muy especial. Pero, para mi, esto es lo mismo, y hay mucha gente que no sabe nada de Prijedor“, afirma.
Senem y Darija comenzaron a trabajar con el pasado casi por casualidad, en su veintena temprana. No era el sueño de ninguna, aunque Senem se convertiria en la primera antropologa forense de Bosnia.
Frecuentemente, son mujeres las que buscan a los desaparecidos. Las que se salvaron, al menos de la muerte, de una guerra en la que se asesino sistematicamente a varones, como tambien ocurrio en Kosovo.
“Son mujeres muy fuertes. Para Senem, cuidar a los muertos significa tambien cuidar a los vivos, a los supervivientes. Darija desempeña un trabajo que requiere saber escuchar pero mantener cierta distancia”, explica Tervonen.
Segun datos del Instituto de Personas Desaparecidas de Bosnia, hasta el momento se han excavado 750 fosas en todo el territorio
Segun datos del Instituto de Personas Desaparecidas de Bosnia, hasta el momento se han excavado 750 fosas en todo el territorio. Diez años mas tarde, han sido identificados la mitad de los cuerpos de la fosa de Tomašica. Los otros siguen siendo un numero en una bolsa.
El conflicto aun es reciente, aunque en algunos relatos las guerras en los Balcanes parecen guerras de segundo orden. Quizas porque en los años 90 era dificil que aquellas guerras cruzaran sus fronteras. O, tal vez, porque el resto de Europa observo el conflicto desde el peldaño hasta que fue muy tarde.
“Cuando comenzo la guerra de Ucrania por la invasion rusa, leia y escuchaba que era la primera vez que habia una guerra desde la II Guerra Mundial. Y eso no es cierto”, remacha la autora de Las Sepultureras.
“¿Cuantas veces se puede enterrar a un ser querido?”
Darija recorre la geografia buscando a los vivos. Recaba datos y muestras de sangre para recomponer historias. Cubre un tercio del territorio, ella sola. No siempre es facil. Hay gente que no la espera.
La Comision Internacional de Personas Desaparecidas (ICMP) fue creada en 1996 a iniciativa de la Administracion Clinton. Nada mas crearse, se reportaron 14.000 desaparecidos. Desde ese momento, el numero no dejo de crecer.
Samira Krehic: “En Bosnia se ha conseguido identificar al 70% de las 31.000 personas desaparecidas”
“En Bosnia se ha conseguido identificar al 70% de las 31.000 personas desaparecidas”, afirma Samira Krehic, jefa adjunta de la ICMP en los Balcanes Occidentales.
Las familias denuncian desapariciones, en persona o en linea, usando una base de datos regional. Al principio era mas rudimentario y cada comunidad buscaba a los suyos. Hoy no se diferencia por grupo etnico y Darija, que trabaja en el centro de Banja Luka, no se encarga solo de la poblacion serbia.
La guerra de Bosnia provoco 110.000 muertos y casi dos millones de desplazados. Las victimas pueden estar en cualquier rincon de una region que padecio cinco guerras en poco mas de una decada.
“Las familias se trasladaban de un pais a otro escapando de la guerra. Y, en ocasiones, desaparecian personas en un pais y sus restos se encontraban en otro”, afirma Krehic.
Hasta la fecha, la ICMP ha procesado mas de 50.000 muestras de huesos
Hasta la fecha, la ICMP ha procesado “mas de 50.000 muestras de huesos y se ha establecido una base de datos de 100.000 perfiles de ADN de referencia familiar”, en palabras de Krehic.
La identificacion de ADN se lleva a cabo casi al final del proceso. Se extrae una muestra de un hueso y se cruza con la informacion de la sangre de donantes vivos. La base de datos almacena informacion recopilada en todo el territorio de los Balcanes Occidentales.
Cuando se alcanza la certeza de un 99,95% en una coincidencia, se reporta a los posibles familiares que han denunciado una desaparicion y se intenta completar la identificacion con otros datos.
La ICMP ha trabajado tambien tras el huracan Katrina, en Colombia, Irak y Libia, o en los atentados del 11S. En estos momentos, esta en conversaciones con el Gobierno ucraniano.
Hay quien nunca dara sepultura a un cuerpo completo
En Bosnia se añade una complejidad al proceso de identificacion: al final de la guerra se movieron los cuerpos en un intento de ocultar los crimenes. Los enterraron, los desenterraron, y los volvieron a enterrar. Se diseminaron los restos. Hay quien nunca dara sepultura a un cuerpo completo.
Tervonen recoge en un dialogo con Senem en Las Sepultureras:
– Si solo tenemos un brazo, el patologo no puede establecer la causa de la muerte, ni emitir un acta de defuncion. En este caso le aconsejamos a la familia que espere.
– ¿Y que ocurre si la familia decide celebrar el funeral y se localizan otros huesos mas adelante?
– Entonces se exhuma el cuerpo enterrado para completarlo.
El caso mas sangrante es el de las fosas de Srebrenica, masacre de mas de ocho mil hombres y niños, sentenciada como genocidio por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia.
“Los perpetradores excavaron fosas usando maquinaria pesada y las reasignaron a otros lugares, a kilometros de distancia. Gracias a las imagenes de satelite proporcionadas por Estados Unidos, se revelo este tipo de delito y, gracias al laboratorio y a los antropologos forenses, se reasociaron partes e identificaron los restos”, explica Krehic.
Un desafio es la falta de informacion sobre las tumbas, que estan muy escondidas y en areas inaccesibles
Otro desafio en todos los casos es la falta de informacion sobre las tumbas. “Estan muy escondidas y en areas inaccesibles: montañas, bosques, cuevas”, añade.
Fue el conductor de un camion quien revelo el lugar de la fosa de Tomašica. “Es interesante investigar testimonios de conductores de autocar o de camion durante la guerra, pueden dar muchas pruebas de crimenes de guerras, o contar historias que no han sido explicadas”, remarca Tervonen.
Tambien pueden haber salvado vidas. La periodista narra el caso de un conductor que impidio a un soldado subir a un autocar y, con ello, evito una matanza segura. Pero ese gesto de humanidad al limite no es la norma en ninguna guerra.
“Mucha gente con la que he hablado, que buscaba a sus seres queridos, estaba muy agradecida a los conductores por señalar donde podrian estar”, señala Tervonen.
“Entiendo la esperanza, pero, ¿como es posible sentir gratitud ante una fosa?“, se pregunta la autora sobre un hombre llamado Friket. “Mi conciencia me lo permite”, contesta el en el libro.
Sabe que su mujer y sus dos hijos fueron asesinados en el pueblo de Zecovi mientras el trabajaba en Alemania. Friket recorre las fosas en su busqueda. Se asoma hasta donde le deja el cordon policial, aunque nadie le vaya a decir nada con las manos hundidas en el barro.
Historias como la suya perfilan la cronica de Tervonen. Personas a las que Senem y Darija intentan devolver algun sentido, procurar un cierre. “Restaurar la dignidad de los muertos”.
Escuchar el silencio
“Llevamos tres dias viendo salir cuerpos de las fosas. Zabou teme lo que nos espera en la morgue; yo, sin embargo, me siento mas serena. Los muertos me dan menos miedo que los recuerdos de los vivos”.
Pero en Bosnia el silencio coloniza los recuerdos. Un silencio denso, que acaba atrapando a propios y extraños. “Cuando llegue, me preguntaba a mi misma y a los demas muchas cosas sobre la reconciliacion y este tipo de temas. Y poco a poco deje de hacerlo, porque muchas veces no es el momento de hablar”, explica la autora.
“No imaginaba lo duro que es sacar el recuerdo de aquello que vivieron y de las personas que fueron. Empece a entender como de profundos son los efectos de la guerra, incluso fisicamente: como el cuerpo carga con la memoria de la violencia, con el miedo”, agrega.
El miedo se refleja en rostros cuarteados antes de tiempo. En movimientos involuntarios provocados por el estres postraumatico. En relatos con huecos que se completan cuando menos te lo esperas, al ver u oir algo, o que nunca lo hacen.
Taina Tervonen: “Es necesario saber escuchar el silencio. Lo necesitas para que la historia pueda ser explicada”
“Es necesario dar espacio para el silencio. Saber escuchar el silencio, porque a veces lo necesitas para que la historia pueda ser explicada. Pero, evidentemente, cuando estas dentro de ese silencio hay riesgos”, considera Tervonen.
Desde el final de la guerra, Bosnia es un pais dividido en dos entidades: la Federacion, de mayoria bosniaca, y la Republika Srpska, de mayoria serbia. En la primera tambien vive la comunidad croata.
Casi treinta años despues, no hay una verdad ultima, una narrativa comun sobre lo que ocurrio, quien hizo que y por que. Cada comunidad utiliza la estela del conflicto a conveniencia, aunque sea imposible trazar una comparativa de daños.
Escribe Tervonen en Las Sepultureras: “Me ando con cuidado con las palabras que empleo, con los temas que abordo. Alguna vez he llegado a reemplazar el termino limpieza etnica por los acontecimientos, preocupada por que no quisieran seguir hablando conmigo y a la vez avergonzada de contribuir a la negacion de la historia”.
“Si le preguntas a gente joven de Republika Srpska, que ha nacido tras la guerra, mucha te dira que Srebrenica no ha pasado, por ejemplo. Tambien esta la narrativa de la Federacion: que la situacion es dificil porque los serbios son asi o asa”, apunta Tervonen.
“He visto que no todo es asi, hay sociedad civil en las dos partes de Bosnia que trabaja en temas como medioambiente. Pero hablar todos juntos del pasado es una cosa muy diferente“, añade.
Quizas, ante un silencio de multiples usos, la unica postura posible para un profano sea la de “no tener prisa”. Observar mucho y escuchar otros dialogos antes de atreverse a preguntar nada. Eso es lo que hizo, durante diez años, Taina Tervonen antes de escribir Las Sepultureras.